¿Qué imaginación tengo de mí como docente de matemáticas?
El entramado social sobre el cual se desarrolla nuestra profesión exige claridad sobre diversos aspectos de la educación, desde el tipo de subculturas en las cuales se mueven los jóvenes en la actualidad, hasta la influencia de la organización del mobiliario en el salón de clase. Se requiere entonces que el docente sea versátil al momento de tomar decisiones en el aula de clase y se requiere que el docente comprenda que el aula es un entorno complejo en el que confluyen objetivos sociales, personales e institucionales.
Sobre el docente recae la responsabilidad de propiciar espacios sociales de aprendizaje en donde los agentes de la comunidad educativa puedan reflexionar de una forma comprometida, este compromiso se debe presentar para el estudiante como una posibilidad de enriquecimiento social e intelectual.
Dentro de la formación profesional del Docente de Matemáticas confluyen todas estas preocupaciones, el docente debe contar con herramientas que le permitan integrar el conocimiento matemático a la dinámica social de un grupo, en donde por medio de la actividad matemática el estudiante pueda afinar la mirada para analizar situaciones matemáticas cada vez más específicas y de un mayor nivel de conceptualización.
Desde lo personal como docente de matemáticas es necesario reconocer que nuestra labor más que formar mentes brillantes, tiene el propósito de formar seres humanos críticos, autónomos, con capacidad de decisión, con autodisciplina, con un significado claro de lo que es el trabajo cooperativo y en equipo, esto como objetivo principal de un proceso que dura toda la vida académica del estudiante, este proceso debe ser transversal al curriculum de las instituciones educativas y debe ser parte integral del currículo de matemáticas.
Como docente de matemáticas reconozco lo ardua de nuestra labor, reconozco la complejidad del actual medio político, económico y social en el que debemos desarrollar nuestra profesión gracias, entre otros, a un sistema político deplorable. Sin embargo es en este aspecto en el que considero que la labor docente toma sentido porque de una u otra forma estoy aportando e influyendo en la formación de jóvenes que en algún aspecto de sus vidas reflejarán lo aprendido. La labor docente bien hecha es aquella que se hace por vocación, por puro compromiso social, por el gusto de hablar de lo me place intelectualmente y en esta dinámica lograr que sea un placer en común.
La formación que recibimos en la LEBEM nos capacita para ser profesores investigadores en el aula, este es un enfoque moderno de la pedagogía, sin embargo en nuestra disciplina hay diferentes modelos desde los cuales se puede enfocar la labor. Este factor enriquece mucho más nuestra formación, a mí se me parece el aula de clase, como un escenario en el que se pueden recrear diferentes formas de enseñar las matemáticas y finalmente es el docente quien presenta afinidad con alguna metodología para comenzar a investigar; es esa la posibilidad que nos brinda nuestra formación, nosotros podemos elegir entre un abanico de posibilidades y esta libertad enriquece y favorece nuestra formación profesional y nuestra perspectiva de las matemáticas mismas.
Sobre el docente recae la responsabilidad de propiciar espacios sociales de aprendizaje en donde los agentes de la comunidad educativa puedan reflexionar de una forma comprometida, este compromiso se debe presentar para el estudiante como una posibilidad de enriquecimiento social e intelectual.
Dentro de la formación profesional del Docente de Matemáticas confluyen todas estas preocupaciones, el docente debe contar con herramientas que le permitan integrar el conocimiento matemático a la dinámica social de un grupo, en donde por medio de la actividad matemática el estudiante pueda afinar la mirada para analizar situaciones matemáticas cada vez más específicas y de un mayor nivel de conceptualización.
Desde lo personal como docente de matemáticas es necesario reconocer que nuestra labor más que formar mentes brillantes, tiene el propósito de formar seres humanos críticos, autónomos, con capacidad de decisión, con autodisciplina, con un significado claro de lo que es el trabajo cooperativo y en equipo, esto como objetivo principal de un proceso que dura toda la vida académica del estudiante, este proceso debe ser transversal al curriculum de las instituciones educativas y debe ser parte integral del currículo de matemáticas.
Como docente de matemáticas reconozco lo ardua de nuestra labor, reconozco la complejidad del actual medio político, económico y social en el que debemos desarrollar nuestra profesión gracias, entre otros, a un sistema político deplorable. Sin embargo es en este aspecto en el que considero que la labor docente toma sentido porque de una u otra forma estoy aportando e influyendo en la formación de jóvenes que en algún aspecto de sus vidas reflejarán lo aprendido. La labor docente bien hecha es aquella que se hace por vocación, por puro compromiso social, por el gusto de hablar de lo me place intelectualmente y en esta dinámica lograr que sea un placer en común.
La formación que recibimos en la LEBEM nos capacita para ser profesores investigadores en el aula, este es un enfoque moderno de la pedagogía, sin embargo en nuestra disciplina hay diferentes modelos desde los cuales se puede enfocar la labor. Este factor enriquece mucho más nuestra formación, a mí se me parece el aula de clase, como un escenario en el que se pueden recrear diferentes formas de enseñar las matemáticas y finalmente es el docente quien presenta afinidad con alguna metodología para comenzar a investigar; es esa la posibilidad que nos brinda nuestra formación, nosotros podemos elegir entre un abanico de posibilidades y esta libertad enriquece y favorece nuestra formación profesional y nuestra perspectiva de las matemáticas mismas.