Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Bogotá
Bogotá, la amada, la odiada. Bogotá suscita tantos sentimientos porque somos tantos y tan diversos sus habitantes, tantos sueños, tantas carencias, tanta lucha de rostros ansiosos por todas partes tratando de encontrar el lugar en que mejor los alumbre el sol. Lejos estaba Jiménez de Quezada de imaginar que un punto de paso para su ansia de oro se convertiría en el hogar de tantas y tantas personas. A la historia le gusta señalar dos lugares como posibles sitios de la fundación de la ciudad, celebrada el 6 de agosto de 1538 por el español Gonzalo Jiménez de Quesada. El primero en el lugar hoy conocido como Parque Santander que los indios llamaban "mercado de hierbas" y en donde el fundador estableció su residencia, y la segunda en el lugar hoy conocido como "Chorro de Quevedo" en el sector de La Candelaria, el lugar que normalmente se usaba como sitio de descanso del Zipa en las épocas de lluvias, y que se adaptaba muy bien a las necesidades militares de los españoles.Bogotá, la de la Santa Fe, fue una comarca pequeña de puertas abiertas, de personas católicas y conservadoras que siempre ha recibido a los extranjeros con más atenciones de las que prodiga para sus propios habitantes.
Santa Fé de Bogotá 1887.
Tal vez porque nací allí, porque he vivido toda mi vida entre sus calles, Bogotá, hostil, insegura, apática para con la injusticia social, prejuiciosa, me produce un cierto orgullo contradictorio como el que tiene un hijo bobo y feo. El lugar en el que hoy vivo, el sector en el que siempre he vivido (Engativa), sería en aquellos tiempos de fundaciones y masacres, algo así como un camino de herradura que comunicaba a Bogotá con Mosquera, con Madrid, con los pueblos de la periferia, con el hermoso y hoy mal oliente salto del Tequendama que Bochica abrió con sus manos llenas de inmensa compasión y que lo hubiese pensado dos veces antes de hacerlo si hubiese imaginado que estaba abriendo a los ríos de
Colombia el veneno en que se ha convertido el río Bogotá.
Santa Fé de Bogotá, la provinciana, era habitada por gentes sencillas de negro vestir, rígido contra el frío y una perenne lluvia de la que hoy en día, con el cambio climático, no quedan ni los rastros. De sombreros angostos de paño, de ruanas motosas y grises, los niños de ropas y gestos imitando a los mayores, desfilan imaginariamente por mi memoria las figuras de hombres caminando por una ciudad tranquila, muy diferente a la caótica de hoy en día.
Los montes orientales nutrían de madera las estufas de carbón de sus habitantes, y los días pasaban monótona y tranquilamente para sus habitantes humildes: desde siempre, al otro lado hay hombres de corazones duros e ignorantes del hambre o el frío, cuyo deseo sólo tiene ánimo para sus ambiciones, en las que los demás son figuras cambiables y desechables. Colombia, siempre llena de guerras, de cuerpos inertes bajando por sus ríos, de masacres, fosas comunes, y más y más barbaridades, tiene a Bogotá por burbuja indemne al terror de la guerra rural infinita.
Su mayor cambio vendría cuando y 9 de abril de 1948 es asesinado un líder político (¿liberal – conservador? Para el pueblo quien pone los muertos da lo mismo). Las personas con rabia de atropellos, llena la boca de polvo e impotencia atesta las calles y da rienda suelta a su rabia.
Los montes orientales nutrían de madera las estufas de carbón de sus habitantes, y los días pasaban monótona y tranquilamente para sus habitantes humildes: desde siempre, al otro lado hay hombres de corazones duros e ignorantes del hambre o el frío, cuyo deseo sólo tiene ánimo para sus ambiciones, en las que los demás son figuras cambiables y desechables. Colombia, siempre llena de guerras, de cuerpos inertes bajando por sus ríos, de masacres, fosas comunes, y más y más barbaridades, tiene a Bogotá por burbuja indemne al terror de la guerra rural infinita.
Su mayor cambio vendría cuando y 9 de abril de 1948 es asesinado un líder político (¿liberal – conservador? Para el pueblo quien pone los muertos da lo mismo). Las personas con rabia de atropellos, llena la boca de polvo e impotencia atesta las calles y da rienda suelta a su rabia.
Todo será distinto desde esta fecha. La violencia se expande y la gente busca refugio, desplazados de todas partes de Colombia vienen buscando refugio y ensanchan más y más los profundos cinturones de miseria. La provinciana ciudad perdida entre las montañas de una perdida comarca en el mundo, deja su tranquilidad y las puertas de las personas se van a cerrar, y las personas comienzan a desconfiar de su prójimo y nace la Bogotá que todos conocemos.
A partir de allí la diferencia social no ha hecho más que acentuarse, los adinerados buscan proteger sus posesiones aislando y separando la ciudad por sectores, separación que concluye con la estratificación actual de nuestro entorno. Del norte al sur hay dos Bogotás, distintas entre sí, cuyas construcciones, vías, tiendas, hasta el color de la piel de la gente cambia. La población crece y crece pero no el bienestar, de nuevo en guerra el país los desplazados son como la lluvia, sin trabajo, sin alimento, sin soluciones, crece la delincuencia, crece la rabia, crecen las cárceles y el hambre. Bogotá ha cambiado, ha crecido en población y en problemas, en el fondo es la misma, arriba los que mandan en sus burbujas blindadas; para nosotros, la población de a pie, vamos del Tranvía a Transmilenio y en realidad no hay muchas diferencias.