domingo, 9 de mayo de 2010

Comentario "Una Latina Residente en Suecia"

Ciudad Viva. Publicación del Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Edición Julio de 2006. Disponible en Internet en: http://www.ciudadviva.gov.co/julio06/periodico/3/

El artículo está escrito a modo de historia personal, en este se narran episodios de la vida de una Argentina que vive en Suecia, ella quiere mostrar a través de anécdotas personales que hablan de la cultura colectiva, por ejemplo, cómo es el pensar común de los Suecos y de forma general cómo es el pensar común de los Europeos; para ello la lectura habla inicialmente del movimiento llamado Slow Food que quiere ser lo opuesto al modelo Fast Food Estadounidense, en el que se buscan por lo tanto unos horarios establecidos de alimentación bien preparada y balanceada, que se pueda consumir en un tiempo razonable en compañía de familiares y amigos, este movimiento con el tiempo se ha consolidado en lo que se denomina Slow Europe. Estos movimientos tienen sus fundamentos en:

“(…) el cuestionamiento de la prisa y de la locura generada por la globalización, por el anhelo de la cantidad de tener en contraposición a la calidad de vida o a la calidad de ser.”

El artículo es una crítica al modus vivendi impuesto a los países no industrializados por el modelo socio político de la Globalización, a partir de la postura personal de una Argentina que vive en Suecia. Con este artículo la autora pretende mostrar otras formas de vida como la de los alemanes, franceses y suecos alterna a la nuestra, maneja unos ideales de calidad de vida, opuestos a los que se manejan en los países no industrializados, que no son acordes con las políticas y el pensamiento impuesto por el modelo de la Globalización.

Para sustentar su punto de vista la autora utiliza antecedentes de países europeos que han aplicado el modelo Slow Europe como Alemania, Francia y Suecia, obteniendo buenos resultados como el de un aumento en la productividad hasta del 20% al reducir el horario laboral en 3 horas diarias. Se considera que el retornar a una convivencia más placentera que busque la felicidad de las cosas sencillas de la cotidianidad logrará un ambiente más liviano sin tanto estrés, en el que seres humanos felices hagan, con placer, lo que mejor saben hacer.

“Esa llamada Slow attitude esta generando la atención hasta de los americanos, apologistas de fast (rápido) y del do it now (hágalo ya). Por lo tanto esa actitud sin prisa no significa hacer menos, ni una menor productividad. Significa, si, hacer las cosas bien y trabajar con una mayor productividad, con mayor perfección, atención a los detalles y con menos estrés. Significa retomar los valores de la familia, de los amigos, del tiempo libre, del placer y de las pequeñas comunidades. De lo local presente y concreto en contraposición a lo global, indefinido y anónimo-. Significa retomar los valores esenciales del ser humano, de los pequeños placeres de lo cotidiano, de la simplicidad de vivir y convivir. Siginifica un ambiente de trabajo menos coercitivo, más alegre, más leve o ambiente liviano y, por lo tanto, más productivo, donde seres humanos felices hacen, con placer, lo que mejor saben hacer.”
Se considera el texto pertinente puesto que ofrece una perspectiva diferente de otras formas de vida mejores que la nuestra. Aunque hablar de ciertos aspectos en nuestra realidad Bogotana en algunos casos resulta irrisorio, dado que existen otras necesidades a nivel social, mucho más relevantes que se tendrían que atender primero, como el problema del desplazamiento, de la indigencia, del hambre y la pobreza, de la desigualdad social. Aunque sería ingenuo desconocer que esta forma de vida del Slow es y siempre ha sido la forma de vida de muchos conciudadanos que gozan de ventajas económicas y de una posición social privilegiada. Parece que en nuestro caso la Slow attitude es un privilegio de pocos y no un derecho.